Hasta los 6 años, Reisli vivió en Venezuela, un país de Sudamérica. La delincuencia es un gran problema donde ella creció, y sus padres temían a menudo por la seguridad de su familia. Con la esperanza de un futuro mejor, la familia de Reisli decidió venir a EE. UU. Se encuentran entre los más de 7 millones de personas que han huido de Venezuela desde 2014.
La familia llegó a Norwalk en febrero de 2022. Unos amigos de la zona les ayudaron a instalarse en su nuevo hogar. Reisli y su hermana mayor, Magdielis, pronto empezaron las clases en la escuela Silvermine, con currículo en dos idiomas. Reisli se sentía nerviosa el primer día. Recuerda que agarraba con fuerza la mano de su hermana.
“Pensaba que los niños se iban a burlar de mí porque no hablaba inglés», dice.
Pero sus compañeros la acogieron bien e hizo nuevos amigos. Aun así, Reisli se enfrentaba a un gran reto: aprender inglés. Con la ayuda de sus maestros y de una aplicación llamada Duolingo, consiguió hablarlo con fluidez.
Ahora Reisli ayuda a sus papás a aprender inglés. Mientras tanto, dice, una de las mejores cosas de ser bilingüe es ser capaz de traducir para sus papás cuando están en las tiendas o cuando la gente llama a su casa.
A veces, Reisli extraña Venezuela, porquela mayoría de sus parientes siguen viviendo allá. Pero se siente agradecida por su vida en EE. UU. y por aprender un nuevo idioma.
“Cuando llegué a EE. UU. con 6 años, tenía miedo. No sabía inglés —escribió Reisli en su ensayo—. Ahora ser bilingüe es mi superpoder”.